Antiguos documentos describen a la mandrágora como una planta que: “adormece el primer día y vuelve loco el segundo” En los textos de magia se habla de ella con verdadero culto.
En la medicina antigua las hojas de mandrágora hervidas en leche se aplicaban a las úlceras; la raíz fresca se usaba como purgante; y macerada y mezclada con alcohol se administraba oralmente para producir sueño o analgesia en dolores reumáticos, ataques convulsivos e incluso de melancolía. En tiempos de Plinio se empleaba como anestésico dándole al paciente un pedazo de raíz para que la comiera antes de realizar una operación.
Todas las supersticiones sobre la mandrágora llegaron a Europa a través de Oriente.
Hay seres de seres, hay plantas de plantas. Esta planta nos recuerda la necesidad de conexión con el mundo de la mente (la cabeza) como jardín de hojas, flores y frutos que crecen en lo oscuro del inconsciente ya que ella crece en lo oscuro del bosque.
El cuerpo como expresión de la carne y del presente, nos habla del necesario movimiento y la fusión con las experiencias de los demás. Las raíces como hilos nos recuerdan la importancia de extendemos para llegar hasta donde está lo que nos alimenta verdaderamente.
En el De Materia Medica de Dioscurides, una obra del siglo I, se dice que:
«Algunos cuecen en vino las raíces hasta que quede el cocimiento reducido a su tercera parte, y, una vez colado éste, lo almacenan, y lo emplean dando de él un ciato a los que padecen de insomnio, a los que tienen muchos dolores o a los que quieren anestesiar para operarlos o cauterizarlos. Su licor bebido en el peso de dos óbolos, tras mezclarlo con miel, purga por arriba la bilis negra, como el eléboro. Bebido en mayor cantidad, quita la vida. Se mezcla también en preparados con propiedades oftálmicas o analgésicas y en supositorios emolientes. Aplicado solo, en el peso aproximado de medio óbolo, expulsa los menstruos y los fetos, y, aplicado por el ano a modo de supositorio, induce el sueño. Se dice que su raíz, cocida con el marfil durante 6 horas, lo ablanda incluso a él y lo hace fácil de moldear para confeccionar con él la figura que se quiera».
Mira como sus manos posan sobre el útero y recuerda el poder creador que habita dentro de ti, siente la guía de las plantas como curación y contento del espíritu.
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*Referencia: http://www.sagradoyancestral.com/escritos/mandragora/