Los petroglifos son muchas veces fuentes de misterio, debido al desconocimiento de las culturas que lo crearon en un hilo de tiempo inmenso, por lo que no sorprende que el silencio gobierne entorno a muchas piezas del registro histórico de los antiguos pueblos o civilizaciones.
Compartimos con ustedes las aproximaciones realizadas por el arqueólogo Ricardo Vázquez Leiva, quien realizó un aporte gigante en la interpretación del petroglifo encontrado en Colonia Blanca en el año 1981 y llevado al centro de San José por mandato del expresidente Carazo con motivo de resguardar la pieza que había sido movida de su sitio original mediante un tractor con posibles pretenciones de hurto.
Sobre el contexto étnico señala el investigador que Costa Rica se encuentra “dentro del extenso espacio de expansión de la Familia Lingüística Chibcha: la estirpe de idiomas indígenas distribuida entre el sur de Honduras y el norte de Colombia. Su desarrollo ha sido cifrado, por glotocronología, en alrededor de 5000 años (Constenla 1985:180,1991:45). La zona de Colonia Blanca de Upala, en particular, se encuentra cerca a las regiones ocupadas por los malekus y los ramas, poblaciones sobrevivientes cuyas lenguas son de esa estirpe. También esta en proximidad el territorio de los corobici, ya extintos, pero clasificados dentro de la misma familia, cuya área de ocupación se infiere por información etnohistórica. Los ámbitos de esas tres etnias rodean al norte, sur y oeste el sitio de hallazgo del petroglifo en Colonia Blanca (ver Constenla 1994:193)”.
Por lo que lo anterior sugiere que la creación del petroglifo acontece en el marco de uno de estos grupo culturales o en estrecha cercanía con ellos.
En cuanto a la decodificación de los diseños, la pieza arroja sorprendentes revelaciones entorno a la repetida presencia de aves particularmente varios colibríes y un rey zopilote. A continuación una imagen como referencia de la propuesta realizada por el arqueólogo y validada por especialistas en aves.
La última es una comparación entre dibujos realistas con motivos aviarios plasmados en el petroglifo, aunque existen más referencias como las citadas en la primera imagen, las más fehacientes son las del colibrí pico de hoz (Eutoxeres aquila), (b) colibrí cabeza violeta (Klais guimeti) y (c) rey zopilote (Sarcoramphus papa), Fuente: Stiles y Skutch 1989, ilustradones realistas de Dana Gardner.
Una referencia con el presente se vincula a la cosmogonía de los pueblos indígenas bribris y cabécares, “La cosmovisión bribri es la mejor documentada de los pueblos nativos que habitan Costa Rica. En las narraciones bribri, los colibríes y zopilotes sirven de intermediarios para otros actores de los mitos o como porteadores de las almas de los difuntos (Aguilar 1965; Bozzoli 1977: 186).
Una de las conclusiones a las que llega el autor es que la imagen general del petrograbado se corresponde con las prácticas comunes de consumo de sustancias cuyos efectos son expansivos de la percepción, por lo que el consumo o fumado de alguna planta o mezcla de ellas, puede ser el origen junto con la imaginería ligada a las aves como parte de la cosmovisión de la cultura a la que perteneció el origen del petroglifo.
Sin duda, a pensar de los acercamientos, posterior nos parece que surge nuevamente el silencio ante lo colosal que resulta todo lo no conocido. Y antes de ser terrible, esto resulta ser majestuoso.
Referencia: VISIONES Y SENSACIONES CEFALOGRAFICAS EN UN PETROGLIFO PREHISPANICO DE
COLONIA BLANCA DE UP ALA, COSTA RICA. Ricardo Vazquez Leiva. (2010)
Departamento de Antropología e Historia. Museo Nacional de Costa Rica.
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