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Carrito

Creta la diosa de la vida, la muerte y la regeneración

Impresión de diosa de creta con cabello

En Creta se experimentaba la diosa como un flujo de energía dinámica que podría manifestarse en un enjambre de abejas, en el brinco alegre de un delfín, en una bandada de pájaros, en el enroscarse de las serpientes y de las creaturas marinas “un himno a la naturaleza como diosa parece escucharse por todas partes, un himno de gozo y vida”. Creta fue la heredera directa de la visión neolítica, que había existido relativamente imperturbada sobre la tierra durante muchos milenios.

La elegancia de las mujeres minoicas de los frescos de Cnosos y se reitera en los sellos de la diosa, a la que, como a sus sacerdotisas, se dibujaba ataviada con chaquetas bordadas, faldas floridas, llenas de voladores y de numerosas capas que demuestran la alegría y el carácter positivo de una cultura llena de espontaneidad. Como observa Platón, las mujeres participaban de todas las esferas de la sociedad, pues no existe evidencia de del dominio de un género sobre otro. A diferencia de muchas culturas de su entorno, la isla de Creta no fue invadida en los 1500 años que van del 3000 al 1500 a. C, por lo que ofrece una perspectiva única sobre cómo evolucionó sin trastornos una sociedad neolítica para convertirse en una sociedad de la Edad del Bronce, pero manteniendo su creencia en la unidad de la vida. A pesar de que la sociedad minoica, si se hace un cálculo por fechas, corresponde desde el punto de vista cronológico a la Edad del Bronce, y de que floreció al mismo tiempo que las culturas de Egipto y Mesopotamia de esta misma era, la situamos inmediatamente después del neolítico porque su talante y tono característico parecen más próximos en sentimiento a la espontaneidad y naturaleza pacífica propia de la visión paleolítica. Otra razón por la que hacemos esto es porque Creta, en definitiva, como el Neolítico, posee el mutismo de una cultura cuya escritura aún no ha sido descifrada, con lo que su historia sólo puede contarse a través de la imagen.

La investigación arqueológica no ha encontrado aún imagen alguna de un dios en la Creta neolítica. El aspecto masculino de la diosa, que en aquel tiempo todavía era andrógina, unificando los papeles masculinos y femeninos. Figuras masculinas diminutas en tamaño, aparece gradualmente en algunas piedras sello, o bien desciende del cielo hacia ella, inclinado hacia atrás en gesto de adoración.

Creta nos deja una visión única de la vida como una celebración del hecho de estar vivos, y una imagen igual de la muerte, con lo que vida y muerte se experimentan como un todo sagrado. Es como si la vida se viviese en un sólo suspiro de gozo y asombro; donde, como en la infancia y en los momentos de epifanía, la naturaleza y el fundamento divino del ser formaran una sola unidad. ¿Podría tratarse de una mera coincidencia el que las gentes de Creta viviesen durante miles de años en armonía con los ritmos de la naturaleza, experimentada como una gran diosa? El mito de la diosa alcanza su culminación aquí, antes de su declive gradual en las culturas de la Edad del Bronce de Próximo Oriente y de su extinción casi completa en la Edad del Hierro. Creta fue la heredera directa de la visión neolítica, que había persistido relativamente imperturbada sobre la tierra durante milenios. Con el fin de la civilización minoica y micénica, se pierde una visión única del modo en que podían haber continuado evolucionando la consciencia humana.

 

Extracto del libro: El Mito de la Diosa. Evolución de una Imagen.

Autoras: Anne Baring y Jules Cashford

Editorial: Fondo de Cultura Económica, 2005.

 

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